sábado, 31 de enero de 2015

Mala Ciencia: 4) La homeopatía

He tenido la suerte de poder elegir el tema que por mis estudios y experiencia conozco en profundidad (estudios clínicos) y algo que deseo desmontar por encima de todo, la homeopatía, o como en muchos casos vender azúcar haciendo creer que el dinero gastado en ese azúcar te va a devolver la salud. Vamos a resumir y a sacarle jugo a este estupendo capítulo 4 del libro "Bad science".

Lo cierto es que la primera fase del autor es "Vamos a lo serio", y así considero que es, porque si bien los capítulos anteriores eran una especie de introducción al mundo de las pseudociencias en capítulos muy cortos, en este caso se mete con aquella pseudociencia, la homeopatía, que mayor éxito a nivel mundial tiene, con muchas empresas ganando verdaderas fortunas a costa del engaño o del desconocimiento de la sociedad general. Y es que la clave para evitar el engaño es la educación.

¿En que consiste la homeopatía? Os vais a sorprender, yo ya conocía la metodología pero no que se llegara a tal nivel de exageración. 

La homeopatía surgió a finales del siglo XVIII, donde la medicina dejaba mucho que desear y personas que se autodenominaban doctores podían inventarse tratamientos sin apenas pruebas de su eficacia. En tal marco histórico la homeopatía que ideó Samuel Hahnemann pudo cobrar sentido, pero lo increíble es que lo siga teniendo a día de hoy. Para mí es lo mismo que si a cada persona que se le detecta un desorden mental se le extrajeran todos los dientes, amígdalas, etc, como se hacía antes, pensando que la fuente era una infección procedente de algún sitio.

Atención a la lógica de la homeopatía: El primer producto de Hahnemann fue la corteza de cinchona. Ingirió dosis elevadas de corteza de cinchona y sufrió síntomas que el mismo decidió que eran los de la malaria. Hahnemann dijo que como los síntomas que producía ingerir corteza de cinchona eran similares a los de la malaria, una dosis muy bajas de corteza de cinchona, curaría los síntomas de una malaria real. "Lo afín cura lo afín" es el primer principio de la homeopatía y el primer principio totalmente ilógico de esta.

Hahnemann decidió (el autor usa esa palabra para remarcar que lo hacía todo sin pruebas) que diluyendo el principio activo se potenciaba su capacidad para curar síntomas (¿pero este señor quiere curar síntomas o enfermedades?) y además se reducían los efectos secundarios. Esto último es cierto porque a menor dosis menor efecto, pero tanto del bueno como del malo, así que si la corteza tenía algún efecto, lo pierde si se diluye tanto.

Atención al procedimiento mágico de la homeopatía. El producto debe sufrir sucusión "a cada dilución, el recipiente de vidrio que contenga el remedio debe ser agitado con diez vigorosas sacudidas contra «un objeto duro, aunque elástico»". Hoy en día sigue realizando la sucusión, esas diez sacudidas. Han pasado 400 años y para esta ciencia no ha pasado ninguno, ¿cómo puede hoy en día con todas las regulaciones existentes permitir algo que no es capaz de demostrar nada?

El problema de la dilución

La parte del capítulo que más me sorprendió. Quiero añadir la siguiente información antes de explicarlo: En farmacología todo se basa en un sistema de receptores y ligandos, para que un producto realice una función debe ser capaz de unirse a un número de receptores amplio, de ahí las dosis de los medicamentos que normalmente ingerimos. Pues bien, en homeopatía la dilución típica es 30C. Esto significa que la sustancia original ha sido diluida a razón de una gota entre cien, el resultado de esa dilución ha vuelto a ser diluido a razón de una gota entre cien, y así sucesivamente hasta completar treinta rondas de dilución.

Según la sociedad de Homeópatas del Reino Unido, «30C contiene menos de una parte por millón de la sustancia original». Eso sería una dilución de 1/1000000 cuando realmente 30C es    1/1.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000,

El menos de una parte por millón es en realidad «una parte por millón de millones de millones de millones de millones de millones de millones de millones de millones de millones». Ni si quiera los homeópatas son conscientes de lo mucho que se diluyen los compuestos con esa metodología, algo muy fácil con un conocimiento muy base de química, pero ni eso.

"Para dotarnos de cierta perspectiva, sepan ustedes que en una piscina olímpica sólo hay unas 100.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000 moléculas de agua en total. Ahora imagínense una esfera de agua con un diámetro de 150 millones de kilómetros (la distancia entre la Tierra y el Sol). Se tardan ocho minutos luz en recorrer esa distancia. Pues bien, piensen en una esfera de agua de ese tamaño con una sola molécula de otra sustancia en ella: eso es una dilución de 30C." Vamos, que ingiriendo pocos ml de una sustancia homeopática no es posible que el compuesto interaccione con ningún receptor, porque no habrá compuesto. Sin interacción ligando-receptor no hay efecto. Una farsa. 

Y existen soluciones de 200C y mayores...

Los homeópatas se defienden cuando se les indica que es imposible que un compuesto tan diluido (vamos, que no hay compuesto más que agua y excipientes) haga efecto. Dicen que el agua tiene memoria. "La molécula de agua va a ser deformada por una enorme molécula de árnica hasta el punto de dejar en ella una abolladura o «marca sugestiva»" y el argumento que más me ha gustado que lo desmonta, aparte de todos los estudios que han demostrado que esa memoria no existe, es el siguiente: "Si el agua tiene memoria, como afirman los homeópatas, y si una dilución 30C sirve para surtir efecto, entonces, tras tantos millones de años, el agua del planeta debe de constituir ya una dilución homeopática curativa de todas las clases de moléculas existentes en el mundo". "¿Cómo sabe una molécula de agua cuándo tiene que olvidarse de todas las demás moléculas que ha ido conteniendo con anterioridad? ¿Cómo sabe tratarme un hematoma gracias a su memoria del árnica, y no por el recuerdo que conserve de las heces de Isaac Asimov? Una vez escribí sobre esto en el periódico y un homeópata presentó una protesta ante la Comisión de Quejas sobre la Prensa. Lo que importa no es la dilución, dijo, sino la sucusión. Hay que golpear el frasco de agua diez veces con brío."

El resto del capítulo Goldacre se dedica a demostrar que los estudios clínicos no han podido probar que la homeopatía produzca mayor efecto que el conocido como efecto placebo. El efecto placebo es aquel efecto que sentimos y que no es producido por el principio activo del medicamento, sino porque esperamos que al ser un medicamento este nos va a curar, y nuestra capacidad mental de sugestión puede llegar a hacernos sentir mejor. Hay estudios clínicos que muestran erróneamente que el efecto homeopático es mayor que el placebo, y por ello Goldacre dedica muchas páginas a hablar sobre la calidad de un estudio clínico, que sean totalmente objetivos y que sean doble ciego. Los estudios clínicos pueden ser open label, ciegos, o doble ciego. En open label el paciente y el médico saben si van a recibir medicamento o placebo. (Normalmente en todos los estudios se compara medicamento vs placebo, salvo en casos donde eso no es moral, como en estudios oncológicos, donde se da el fármaco a probar en comparación con el "standard of care", el fármaco que se da normalmente, ya aprobado). Si ya el paciente sabe que recibe placebo, se pierde la capacidad de sugestión del efecto placebo, además si el médico ve que un paciente está peor y que necesita el medicamento, puede colocarlo en la rama de medicamento, cuando todos los estudios deben ser randomizados, pacientes colocados al azar en cada tratamiento. Usando el doble ciego aseguramos que ni el médico puede interferir en los resultados del estudio y que el paciente no sabrá lo que va a tomar. Se gana en objetividad, los resultados así son válidos, usando otros métodos...no tanto, y todos los que prueban que la homeopatía tiene más efecto que el placebo, están realizados de forma incorrecta.

El resumen se ha alargado pero el capítulo es más largo que los demás y he querido que la gente que no puede leer el libro pueda disfrutar de como Goldacre explica la exageración que es la homeopatía.

Con respecto a la homeopatía yo ya tengo una cruzada personal cuando en cada farmacia que encuentro veo un cartel en grande que informa que en esa farmacia se vende homeopatía. Estupendo, se vende agua con azúcar, ¿necesitabas promover eso? Ya se ha caído en tal nivel de pasividad frente a este tipo de engaño que hasta licenciados en farmacología venden en sus establecimientos agua con azúcar. Dejadme dudar que en la carrera les enseñaran a formular homeopatía, es decir, a golpear frascos de agua que más que memoria tiene Alzheimer.

Me gustaría comentar en el debate las siguientes preguntas, a las cuales creo que por mi forma de expresarme a lo largo del resumen, ya conocéis mi respuesta.

  1. ¿Porqué se sigue permitiendo comercializar algo basado en teorías ilógicas, sin ningún fundamento, sin ningún efecto, y de lo que se están forrando muchas empresas? Es un timo en toda regla, ¿porque nadie lo detiene?
  2. ¿Porqué la homeopatía tiene tanta libertad y cuando alguien quiere poder vender un producto antitumoral de eficacia probada debe pasar miles de pruebas y más de 10 años de estudios? Es verdad que la homeopatía no hace NADA, ni bueno ni malo, pero está jugando con la esperanza de mucha gente.
  3. Creo que el principal problema de la homeopatía no es cuando se ingiere, sino cuando se decide no tomar un medicamento para tomar homeopatía. Por ejemplo, vi por twitter el caso de una chica de 11 que murió porque tenia leucemia y los padres decidieron tratarla con homeopatía. En este caso la homeopatía si ha hecho algo, quitarle las posibilidades de curación a esta niña. ¿Qué opináis?
  4. ¿Porqué en las farmacias se indica que se vende homeopatía? considero que siendo ese es lugar donde más gente va a informarse y a comprar medicamentos, lo que debería hacerse es todo lo contrarío, una campaña en contra de la homeopatía. Poderoso caballero es don dinero, ¿no creéis?
  5. ¿Cual creéis que es el futuro de la homeopatía en los próximos 10,20,30 años?
  6. ¿Creéis que tiene alguna utilidad real la homeopatía? El efecto placebo también lo puede conseguir una pastilla de sacarina...
Y eso es todo, que me pasaría horas y horas hablando de este tema y eso sería muy pesado para los lectores. 


sábado, 24 de enero de 2015

Mala Ciencia: 3) El complejo Progenium XY


Este tercer capítulo trata de la industria cosmética, y me he visto obligada a reírme de mí misma. Bien, era eso o quemaba el libro. Y como esto último me pareció muy nazi (y ¿¡quién quiere que la comparen con los nazis!?... seguro que me entendéis...), no he tenido otra opción que ser más o menos racional y obviar el ataque que se hace a mi vanidad. 

Qué maravilloso es ir por la vida pudiendo decir con aire altivo: “jamás he caído en esta estupidez”. Yo lo pienso con muchas pseudociencias :). Pues bien, en este caso, me encojo, y con la boca pequeña y susurrando (por si sirve para pasar desapercibido lo que tengo que confesar): que... he caído :(. 

Con esto no quiero decir que me creyera a pie juntillas todo lo que prometían las dichosas cremitas, pero bueno… ¡a mi me funcionan!… ¡uy! ya he tenido que salir con el "amimefuncionismo" (Andreu, te cojo prestada la palabreja).

Pero eso sí, me he venido arriba cuando, agarrándome a un clavo ardiendo, he anotado todo lo que Goldacre decía de positivo sobre esta industria (aviso que, aunque todo lo de esta lista está incluido en el libro, puede haber textos, además de resumidos, algo sesgados):
  • [Goldacre] siente un gran respeto por los fabricantes de cosméticos.
  • Es un sector [el de los cosméticos] altamente regulado.
  • Todas las cremas cumplen con el cometido de hidratar la piel.
  • Algunos de los ingredientes (de los grupos ácidos alfa-hidróxidos, niveles elevados de vitamina C y variaciones de vitamina A) han demostrado fehacientemente que confieren una apariencia más juvenil a la piel. 
  • Otra promesa que cumplen, al menos temporalmente, es la de encoger las arrugas más finas, y lo consiguen tensando la piel. El tipo de ingredientes que permiten esto son las cadenas de proteínas hibridadas.
  • Hay otros ingredientes que producen una ligera quemadura química en la piel, y eso puede dar como resultado una sensación de frescor y brillo.
¿Habéis visto? ¿Habéis visto? (me tenéis que imaginar un poco desesperada, apuntando con el dedo a cada una de estas bondades) ¡No es tan mala como otras pseudociencias!

Sí, vale, también dice que estas empresas biotecnológicas ganan dinero con extravagancias y absurdos, y es eso lo que les hace ser un sector generador de pseudociencia.

Nos enseña cómo podemos hacer nuestras propias cremas hidratantes en casa, y aunque me lo he planteado, ¡no puedo esperarme tres meses para comprobar el resultado!

Y, además, como admite Goldacre, mis cremitas tienen otros ingredientes de los que no puedo disponer en mi cocina, como por ejemplo las del grupo que ha demostrado que confieren una apariencia más juvenil… sí, también dice que están a niveles tan testimoniales (para no producir efectos secundarios indeseados) que duda (sí ¡después de difamar no está seguro el señor!) hasta qué punto son ciertos los resultados que prometen, porque estos estudios son privados.

Pero veamos con detalle lo que le fastidia, al tiquismiquis de Goldacre, de la industria cosmética:
  • Que las investigaciones no sean públicas y completas.
  • Que en su publicidad dejen a un lado las cuestiones técnicas y científicas.
  • Que sus “pruebas” se basen en testimonios subjetivos del tipo “siete de cada diez personas que recibieron muestras gratuitas de la crema dijeron estar satisfechas con los resultados”.
  • Que añadan ingredientes esotéricos con nombres sugerentes que, según el autor, sólo tienen utilidad a nivel publicitario.
  • Que aprovechen una información sumamente teórica sobre el funcionamiento de las células, pero que es altamente improbable que pueda ser aprovechada por esta industria desde el punto de vista que a la piel le es muy difícil absorber ningún ingrediente y que por tanto no pueden afectar a dichas células.
  • Que, por ejemplo, en la publicitada oxigenación de la piel cuando se hace con peróxido, en el dudoso caso que la piel pudiera absorber el oxígeno, argumenta, que nuestro cuerpo simplemente regularía a la baja el suministro de sangre hacia esa parte de la piel, con lo que el resultado final sería bastante inútil. Pero lo más probable es que lo que produzca el peróxido (en concentraciones bajas) sea una ligera quemadura química, lo que posiblemente explicaría esa sensación de frescor y brillo.
  • Que los efectos que el fabricante atribuye a su producto han sido cuidadosamente estudiados para asegurarse de que la etiqueta sea muy sugerente, pero también sin fisuras desde el punto de vista semántico y legal.
Vale… esta lista tiquismiquis es más larga que mi lista de bondades… pero ¡es que las características positivas son lo que necesito!

Después se pone a atacar sólo a los cosméticos de lujo, de los que no puedo dar fe, pero no me creo (por mi experiencia subjetiva) eso de que todas las cremas hacen lo mismo (pues entre las baratas ya no lo hacen, y además, con ello se contradice a sí mismo). Y más tarde mezcla los cosméticos con querer tener un cuerpo saludable. Y lo acaba de rematar con que una de las razones por la que a las “jóvenes atractivas” [sic] no les interesa la ciencia, sea que la industria cosmética transmite la idea de que la ciencia es incomprensible.

Paro de protestar y voy con las cuestiones que me han surgido para empezar a debatir:
  1. ¿Realmente creéis que la industria cosmética, en su totalidad, se la puede calificar de pseudociencia?
  2. ¿Creéis que es lícito que las investigaciones sean privadas? 
  3. La trascendencia desmesurada que le da esta industria al marketing, sobre cualquier otra consideración, es lo que pienso que la hace ser un despropósito ¿Se debería penalizar esta clase de marketing? Y si la respuesta es sí, ¿no creéis que eso sería muy complicado?
  4. ¿Realmente creéis que la industria cosmética puede influir sobre las mujeres para que sientan menos interés sobre la ciencia?
  5. ¿Por qué los hombres no sois un objetivo importante de esta industria?¿Caéis menos en las trampas de su publicidad o es que no sentís la misma necesidad de manteneros jóvenes? 
  6. ¿Seguro que Goldacre no es un misógino que pretende que las mujeres nos convirtamos en viejas decrépitas antes de tiempo? ¿O la falacia del ataque personal o ad hominem no funciona en este blog?... de acuerdo… olvidaros de la cuestión 6 ;).
Aunque ahora sabéis que mi sentido crítico está agujereado (¡qué esperabais de alguien que tiene una bruja como foto de perfil!), espero que por ello no me condenéis al ostracismo :(. Os prometo que suelo ser bastante sensata... sobre todo cuando no me tocan las creencias.  

Aclaración: Quiero hacer constar que estoy de acuerdo con lo que he llamado la lista tiquismiquis de Goldacre. Pero me he querido tomar algunas licencias para caricaturizar la resistencia, reacciones típicas y poco racionales (pudiendo ser estas desproporcionadas) que aparecen en todos nosotros cuando se atacan temas que forman parte de nuestro sistema de creencias. Porque, admitámoslo, de “seres racionales” tenemos poco, pues somos mucho más “seres emocionales”.


Nota: Recordamos que aún quedan muchos capítulos sin dueño para el resumen (sólo el 4 y el 13 están asignados).

miércoles, 21 de enero de 2015

¡Podcast de #TertuliasCiencia!

Sí, como lo lees: estamos probando un nuevo formato para tertulias literarias de ciencia. Quizá adivines que esta locura se me ocurrió en un ataque de radiactividad, y que @2qblog apoyó con bastante rapidez..., proponiendo contactar con el científico de relumbrón @guardiolajavi. Y cuando yo pude organizarme mínimamente y contestar a sus e-mails, fijamos la noche del 20 de enero de 2015 para la "proof of concept". ¿Resultado? Lo puedes escuchar aquí.

A nivel personal creo que cada uno ha detectado en qué cosas le gustaría mejorar, a nivel técnico estamos deficitarios en calidad de sonido (si hay algún experto en la sala, ¡que levante la mano!). Pero como creo que hemos dejado claro: ahora la pelota está en vuestro campo. Si sois comentadores en #Tertuliasciencia, apuntaros de voluntarios para las próximas grabaciones de este podcast, que esperamos que sea un éxito (gracias a vosotros y a nuestro DJ @guardiolajavi), o al menos que aprendamos mucho de este experimento y lo pasemos bien entre todos. Nos leemos y nos escuchamos :D

sábado, 17 de enero de 2015

Mala Ciencia: 2) La gimnasia cerebral


¡Hola a tod@s!

Seguimos con la tercera edición de #TertuliasCiencia y hoy nos adentramos en el segundo capítulo titulado “La gimnasia cerebral” del muy recomendable libro “Mala Ciencia”. En él, Goldacre explica y critica con fundamento diferentes estrategias que utiliza la pseudociencia para hacernos creer que aquello que promete realmente funciona. Para explicarlo, utiliza el ejemplo de la llamada “gimnasia cerebral” (Brain Gym).         

La “gimnasia cerebral” hace referencia a una serie de movimientos y ejercicios patentados que prometen mejorar en niñ@s la habilidad de aprendizaje y ayudar a que el cerebro funcione en su máximo rendimiento. Originariamente, la “gimnasia cerebral” fue desarrollada por el Dr. Paul Dennison en los años sesenta y, a pesar de ser una pseudociencia, en países como Inglaterra, Brain Gym está patrocinada por las autoridades locales y financiada por el Estado y, no os lo perdáis, la formación necesaria para aplicarla cuenta como crédito curricular para el profesorado. Además, Goldacre apunta que es una práctica extendida en miles de escuelas públicas.    

Para asimilar lo preocupante de esta situación reproduzco literalmente un fragmento del libro:

El mismo profesor que explica a sus alumnos que el corazón bombea sangre a los pulmones y, luego, al resto del cuerpo, está contándoles también que, cuando hacen el ejercicio bautizado como Activador de Energía (uno de los movimientos coordinados que propone la “gimnasia cerebral”), se favorece una mayor capacidad de comprensión y de pensamiento racional. Asusta aún más pensar que ese mismo docente estuvo sentado durante toda una clase escuchando y aprendiendo ese tipo de estupideces de boca de un instructor de Brain Gym sin cuestionarlo ni poner en duda sus palabras.  

Los defensores de la “gimnasia cerebral” también tienen una especial obsesión por el agua, ya que aseguran que cuando se retiene un rato en la boca antes de tragarla, se facilita su absorción desde allí hacia el cerebro.

Una vez explicado en qué consiste la “gimnasia cerebral”, en el capítulo se detallan diferentes trampas que utiliza la pseudocienciapara vendernos sus productos. Una de ellas es el abuso del lenguaje científico para intentar confundir a la gente. La clase de jerga científica que utiliza la “gimnasia cerebral” es del tipo: “aumento de la oxidación” o “formación reticular”. Este hecho se basa en que las personas nos creemos más fácilmente las explicaciones falaces cuando éstas se acompañan de terminología neurocientífica, que es meramente decorativa e irrelevante para la lógica de la explicación. Es decir, nos resultan más satisfactorias las explicaciones con la información neurocientífica, aunque ésta sea irrelevante y fraudulenta. Para explicar este fenómeno, Goldacre menciona que las personas tendemos a creer que las explicaciones más largas son las más propias de los expertos. Además, cuando se nos presentan detalles relacionados (aunque irrelevantes) como parte adicional de un argumento, éstos desvían nuestra atención y dificultan que recordemos el concepto principal. Por otro lado, no sabemos muy bien el motivo, pero las explicacionesdel mundo de tipo reduccionista nos resultan más elegantes.   

Goldacre comenta que los ejercicios y descansos que propone la “gimnasia cerebral” en si mismos son buenos para los estudiantes en el sentido que los consejos que ofrece este método son sensatos: tomar un descanso de ejercicio para ayudar a concentrarse y beber abundante agua. Lo que sí ataca el autor es la pseudociencia subyacente a la “gimnasia cerebral”. La ciencia que usan para justificar el método Brain Gym no se fundamenta en ninguna evidencia y es completamente superflua en todos los sentidos excepto en el comercial. De esta forma, recomendaciones como la de beber agua de vez en cuando e introducir descansos para hacer algo de ejercicio que deberían estar al alcance de todo el mundo, se promocionan bajo un producto único y protegido por un copyright: Brain Gym®. Goldacre termina el capítulo reivindicando que el conocimiento científico es gratuito y pertenece al dominio público. También pone el ejemplo del “nutricionismo” como la corriente que hace descansar en los nutrientes aislados las propiedades que tienen los alimentos en su conjunto, sin tener en cuenta que el valor de un alimento se basa en el conjunto de nutrientes que contiene. Añado que aunque el “nutricionismo” no sea una disciplina científica seria, esto no significa que no existan los nutricionistas. En nuestro país el grado en Nutrición Humana y Dietética es una carrera universitaria de 4 años de duración y los profesionales que se dedican a ello son los Dietistas-Nutricionistas. Lo que está claro es que la nutrición y la alimentación han entrado en un caos, al igual que otras disciplinas científicas. Al margen de la charlatanería nutricional, tengamos claro que lo que debería hacer una persona normal y corriente para comer de manera saludable es lo que Michael Pollan publicó en su novela “El detective en el supermercado”: “Coma comida. No demasiada. Plantas en su mayor parte”.

A raíz de este capítulo, abro el debate científico con las siguientes preguntas:
  • ¿Por qué adornar las explicaciones  con información (neurocientífica) fraudulenta nos seduce a las personas a creer que se nos ha dado una explicación científica aunque no sea cierto? ¿Influye en ello nuestro nivel de conocimiento y bagaje formativo?
  • La sociedad en general tiene respeto ante la ciencia. ¿Cómo podemos motivar a la gente para que sea más escéptica y crítica frente a las noticias que cada día nos bombardean los medios de comunicación?
  • ¿Quién debe divulgar ciencia?
  • ¿La gente que divulga nos representa dentro de nuestra profesión? ¿Esto puede cambiar la imagen que tiene la sociedad sobre la profesión?
  • ¿La falta de sentido común por parte de la gente creéis que influye en que determinados colectivos se atrevan a vendernos productos cada vez más absurdos y sin rigor científico? ¿Qué soluciones creéis que serían las más oportunas?

Desde mi punto de vista, ante cualquier argumento que nos presenten debemos ser principalmente escépticos. Termino con un fragmento de un inspirador poema de Bertolt Brecht:
¡No te dejes convencer!
¡Compruébalo tú mismo!
Lo que no sabes por ti, no lo sabes.

¡Muchas gracias a tod@s!

Saludos,
Andreu Prados-Bo

PDT. Recuerda que si te apetece resumir algún capítulo, debes comunicarlo.

A la derecha tienes el calendario donde aparecen los que tienen "dueño".