lunes, 15 de junio de 2015
sábado, 4 de abril de 2015
Mala Ciencia: 13) Por qué hay personas inteligentes que dan crédito a cosas estúpidas
En este capítulo Goldacre trata de responder a una pregunta que yo me he hecho muchas veces: ¿por qué hay personas inteligentes que dan crédito a cosas estúpidas? Pues bien, al parecer, el problema está en nuestra intuición. Nuestro cerebro, en ocasiones, utiliza atajos de razonamiento, útiles para desenvolverse en situaciones sencillas, pero que pueden conducir a conclusiones erróneas cuando el asunto que tenemos entre manos tiene cierta complejidad. Cuando razonamos de forma “informal”(sic) corremos el peligro de caer en la trampa de lo que Goldacre denomina “ilusiones cognitivas” (por analogía con las ilusiones ópticas). Se trata de un conjunto de fenómenos estudiados por la psicología cognitiva y con soporte empírico, de las que destaca seis que resumiré a continuación. El estudio sistemático de los sesgos cognitivos es relativamente reciente, comenzó a finales de los años sesenta del siglo pasado y sus pioneros fueron dos científicos israelíes, Amos Tversky y Daniel Kahneman (en la foto).
ALEATORIEDAD
Una de las características más fascinantes del cerebro humano es su capacidad para reconocer patrones. Es una tarea titánica para una máquina y de hecho, una de las cuestiones más complicadas de resolver en inteligencia artificial. Sin embargo, para nosotros es algo sencillo, casi inevitable y llegamos a reconocer formas incluso donde no las hay. Esta capacidad para identificar pautas resulta extremadamente útil cuando nos enfrentamos a sucesos que se rigen por un principio de causa-efecto, pero cuando no es este el caso, puede resultar nefasta, como ocurre con los sucesos aleatorios. Si lanzamos una moneda al aire y apuntamos la secuencia de caras y cruces que aparece podríamos interpretar como rachas algunas tandas de resultados que se repiten cuando en realidad se trata sólo del azar. He hecho la prueba y esto es lo que obtengo tras unos cuantos lanzamientos: O, O, X, O, O, X, X, X, O, X, X, X, O, O… Al parecer cuando se expone a sujetos experimentales a esta secuencia aleatoria es frecuente que interpreten las secuencias de valores que se repiten como rachas de suerte.
No hay mala fe en el jugador que piensa que está en racha, sólo un conocimiento inadecuado de los caprichos del azar. Así mismo, no tiene ningún sentido que un médico base su diagnóstico en su experiencia particular que estará, necesariamente, limitada a una pequeña cantidad de casos. Y es por eso que en medicina son necesarios estudios estadísticos que permitan discriminar las causas y efectos reales de lo que es puro azar.
REGRESIÓN A LA MEDIA
La regresión a la media es un interesante fenómeno estadístico que se debe a las fluctuaciones que ocurren alrededor del valor medio de una variable. En resumen cuanto más extrema sea una realización dada de un fenómeno más probabilidades habrá de que en la siguiente el valor trate de compensar ese valor extremo y por lo tanto sea un valor más próximo al valor medio. Esto tiene interesantes consecuencias cuando lo trasladamos a situaciones cotidianas de salud y enfermedad. Por lo general lo normal es encontrarse bien, en ausencia de problemas graves de salud, podríamos decir que no reparamos en nuestro estado. Pero hay ocasiones, en que por diversos motivos como pueden ser la falta de sueño, el cansancio o alguna enfermedad leve, podemos encontrarnos mal. Es en estas ocasiones (que podemos considerar una fluctuación respecto al estado normal) cuando solemos recurrir a ayuda (al médico en el mejor de los casos) y lo que suele ocurrir es, sorpresa,... ¡que mejoramos! Esto, con casi total seguridad, habría ocurrido igualmente sin necesidad de ayuda debido a la necesaria regresión al estado más probable de normalidad. En definitiva, este fenómeno proporciona una explicación sencilla a las curas milenarias, chamanes, homeopatías y a la gran mayoría de veces que mejoramos tras una visita al médico de cabecera.
En este sentido, me parece interesante comentar lo que empieza a plantearse como uno de los retos por resolver más urgentes de los países desarrollados y altamente medicalizados: el sobrediagnóstico y el sobretratamiento. En esta línea Juan Gérvas, cual moderno pepito grillo, nos insta a repensar qué significa estar sano y nos recuerda que en nuestra cultura, la enfermedad gana cada vez más terreno y se está apropiando de condiciones que antes teníamos como naturales. Cualquiera que haya vivido recientemente un embarazo sabrá a lo que me refiero (y cuidado que no simpatizo para nada con el rollo de las doulas). Perdonad que sea insistente con este tema (y un pelín, pero sólo un pelín “off topic”) pero me parece que este sesgo es muy grave en la medicina y está fuertemente vinculado al auge de las alternativas a la medicina. Me sorprende que Goldacre pase por alto este asunto. Véase si no la noticia que ayer mismo publicaba El Correo: Un 16% de los españoles en edad adulta padecen dolor crónico.¿Estamos creando enfermos dónde no los hay?
EL SESGO HACIA LA EVIDENCIA POSITIVA Y EL DEBIDO A CREENCIAS PROPIAS
Confieso que la explicación de Goldacre me resulta muy confusa, y el tema es muy complejo. Entiendo que se refiere a un fenómeno particular que juega un papel importante en el sesgo de confirmación por eso los comento juntos. La Wikipedia define el sesgo de confirmación como la “tendencia a favorecer la información que confirma las propias creencias o hipótesis”. Por cierto, el artículo de la Wikipedia dedicado a este tema es fantástico y mucho de lo que sigue está extraído de allí.
Acerté quién es quién ¡y gané!. Esto empieza a parecer Yo fuí a EGB ;-) |
En particular, en lo que se refiere al sesgo hacia la evidencia positiva, está relacionado con la búsqueda sesgada de información. Lo que se ha observado es que ante una situación dada en la que tengamos que plantear una hipótesis, tendemos a buscar pruebas compatibles con esa hipótesis. Así, en vez de buscar entre todas las pruebas relevantes, tendemos a plantearnos preguntas formuladas de modo que una respuesta afirmativa apoye nuestra hipótesis. Veamos lo que quiere decir esto en situaciones simples (que al fin y al cabo es lo que se ha estudiado a nivel experimental). Supongo que todos recordáis el juego “Quien es quien” (véase la imagen) pues bien, de acuerdo con el sesgo de confirmación, si estuviésemos convencidos de que el personaje oculto es George, la tendencia sería a hacer preguntas como: ¿tiene sombrero? ya que esperaríamos una respuesta afirmativa confirmatoria (y eliminar 19 candidatos). Nótese que podríamos haber preguntado si sonríe, con lo cual habríamos eliminado también a 19 personajes, pero tras una respuesta negativa.
En principio, esta estrategia de pensamiento no tiene nada de malo, por lo que la preferencia por las pruebas positivas no puede considerarse como un sesgo en sí mismo. Sin embargo, en conjunción con otros efectos, esta estrategia puede confirmar creencias o suposiciones existentes, independientemente de si son verdaderas jugando así un importante papel en el sesgo de confirmación.
DISPONIBILIDAD
El sesgo de disponibilidad (o heurística de disponibilidad) consiste en la realización de una predicción sesgada, debido a la tendencia a centrarnos en los sucesos más sobresalientes, más familiares y emocionalmente cargados. Así al juzgar una probabilidad esta tiende a estar influenciada no por acontecimientos objetivos sino más bien por la experimentación emocional del sujeto o a través del suceso más sobresaliente que haya sufrido este. En definitiva, tendemos a otorgar mayor peso a la información que nuestro cerebro tiene más a mano, la que tiene más disponible.
Este fue uno de los primeros sesgos cognitivos estudiado por Tversky y Kahneman en el año 1973 con un curioso experimento. A un conjunto de personas se les realizó la siguiente pregunta: ¿si elegimos una palabra al azar de un texto (en inglés), qué es más probable que empiece por la letra K, o que la K sea la tercera letra de la palabra? La mayor parte de los sujetos contestaron que lo más probable es que la palabra empezase con la letra K cuando en realidad, en inglés, en un texto típico, existen el triple de palabras en las que la K es la tercera letra que palabras que empiecen por K. La explicación que dieron Tversky y Kahneman a esto es que es mucho más fácil pensar en palabras que empiecen por K por lo que el sujeto encuentra más ejemplos del suceso más improbable que juzga, erróneamente como más probable, debido a su disponibilidad.
Frecuencia de aparición de las letras según su posición en la palabra en lengua inglesa. Revisión de los trabajos de Mayzner realizada con google Ngram por Peter Norvig |
Una nota curiosa. Tversky y Kahneman tomaron como base para su investigación los estudios que Mayzner y Tresselt realizaron en el año 1965 sobre la ocurrencia de las letras en lengua inglesa según su orden. Estos estudios han sido revisados recientemente por Peter Norvig a petición del propio Mark Mayzner y al parecer la afirmación de que la K es tres veces más probable como tercera letra de una palabra que como primera no es cierta. No obstante, el mismo estudio se realizó con otras 4 letras (L, N, R, V), para las que esta diferencia en la probabilidad de aparición entre primera y tercera posición es más clara, obteniéndose los mismos resultados. En cualquier caso la conclusión no depende tanto de la veracidad de la premisa como de la estrategia de pensamiento que parece confirmada.
INFLUENCIAS SOCIALES
Ante un hecho controvertido, un individuo puede equivocarse, pero es muy probable que un grupo de personas se equivoquen seguro. El refuerzo comunal es el fenómeno que hace que una afirmación pueda convertirse en una creencia fuerte por la reiterada aseveración por parte de los miembros de una comunidad. Nuestro afán de integración a un grupo nos traiciona y llega a ser más poderoso que nuestros sentidos o nuestra inteligencia. Se trata de una sunto conocido por todos. Creo que es uno de los sesgos más evidentes y del que somo más conscientes.
OTROS SESGOS
Goldacre termina citando otros sesgos bien conocidos como el sesgo atributivo que hace que nos consideremos responsables de nuestros éxitos mientras culpamos a otros de nuestros descalabros o la tendencia a asumir que las características positivas (o negativas) siempre aparecen agrupadas. Puede encontrarse una completa recopilación de sesgos cognitivos y su explicación en la Wipkipedia.
El repaso que hace Goldacre dista mucho de ser completo y tras mi brevísima incursión en el mundo de la psicología cognitiva mi impresión es que el tema es muy complejo y que una comprensión adecuada de los sesgos cognitivos requiere de muchas horas de estudio. No obstante Goldacre transmite la idea principal de que, en determinadas cuestiones, no podemos fiarnos ni de nosotros mismo y que la única aproximación a la verdad tiene que ir de la mano de la estrategia sistemática característica de la ciencia.
CUESTIONES PARA EL DEBATE
- ¿Os parece que Goldacre da una visión demasiado simplificada? Según parece los sesgos no actúan en todas las personas por igual, ni todo el tiempo y es su interrelación lo que crea problemas.
- ¿No os parece que Goldacre peca de maniqueísmo en su exposición? Muchos de estos problemas afectan por igual a los estudios científicos y los que los hacen y como he comentado, el mismo sesgo de regresión a la media puede en realidad tratarse de un grave problema de la medicina.
- Por último. Confieso que, aunque el capítulo cumple con su cometido, he echado en falta un análisis más profundo sobre las soluciones a este problema. Goldacre se limita a decir que la ciencia es el camino (opinión que comparto). Pero echo en falta un análisis más profundo a nivel social. La ciencia, no va a florecer en una sociedad que no confíe en ella y presentarla como una solución ideal creo que es un error. La estadística tiene sus problemas y creo que debería transmitirse una visión más madura y menos fraudulenta de la actividad científica.
sábado, 28 de marzo de 2015
Mala Ciencia: 12) De cómo fomentan los medios una interpretación equivocada de la Ciencia entre el público en general
Perdonad que empiece... por el final:
"El recurso a las figuras de autoridad también refuerza la parodia de la ciencia con la que trabajan los periodistas titulados en humanidades, ya que, con ello, se reúnen todos los ingredientes para la misma: la ciencia consiste entonces en la formulación de una serie de enunciados sobre la verdad, tan didácticos como incomprensibles y carentes de base, pronunciados por unas arbitrarias figuras de autoridad que no están sujetas al control de la elección popular."
Y es que me parece que sirve para resumir muy bien este capítulo y reflejar las opiniones concretas de Goldacre al respecto. Después de haber dado caña a colectivos como homeópatas, "detoxificadores", nutricionistas acientíficos, científicos que no publican sus malos resultados, farmacéuticas que se enriquecen y hacen sobre todo marketing, ¡les llega al turno a los periodistas de ciencia! Ya solo quedan los bomberos ;) jejeje
Me parece (perdonad que meta mi opinión por el medio) que Goldacre hace un análisis incisivo y dice verdades como puños, pero queda todo enturbiado por las generalizaciones:
"Mi hipótesis básica es la siguiente: las personas que dirigen los medios de comunicación son titulados en áreas de humanidades con escasos conocimientos sobre ciencia, que, además, se enorgullecen de su ignorancia en la materia."
Ignoro cuál es la situación en Reino Unido, pero no puedo evitar que se me vengan a la cabeza proyectos como Next o Ballena Blanca, y que por lo tanto me parezca una generalización un tanto injusta. El mismo Goldacre reconoce que está un pelín obsesionado con el tema como se desprende de la cantidad de entradas que ha dedicado en su blog a denunciar la situación.
Mi profesor de física se tomaba a guasa el título periodístico que pusieron a su investigación. |
El capítulo continúa ejemplificando que muchas veces lo que aparece como CIENCIA en un medio, no es ciencia ni mucho menos, sino publicidad encubierta (Historias descabelladas: tanto dinero para nada), opiniones de gente que no es científica ("Todos los hombres tendrán miembros grandes"), o supuestos estudios para validar lo que se quiere contar ("Jessica Alba tiene el contoneo perfecto según un estudio").
Otro caso (relativamente reciente) de malinterpretación de un estudio científico |
La causa no está solo en el desconocimiento científico de los periodistas, y el autor usa el caso de la medicina moderna para explicar que en ciencia los grandes beneficios vienen de avances pequeños y progresivos. [INCISO: esto me ha recordado a las respuestas a la Pregunta Naukas 2015]. La verdad es que los periodistas de ciencia no lo tiene fácil porque
"la ciencia misma funciona muy mal como noticia"y además existe el peligro de dar cobertura a lo novedoso, que tal y como funciona la ciencia
"hay que ser muy insensatos para arriesgar nuestras vidas basándonos en un conjunto aislado de datos inesperados que se contradicen con los conocimientos ya establecidos".
(¿Alguien más ha pensado en los neutrinos superlumínicos?)
Pero estas dificultades, no excusan que los periodistas contribuyan a generar y dar peso a un estereotipo de los científicos como "cerebritos" y a la ciencia como un saber provisional y variable. Cuando esto último puede ser cierto para ciertas áreas de la ciencia, pero hay conocimientos científicos descubiertos por ejemplo por Arquímedes que siguen teniendo validez hoy en día. Además, los periodistas no saben interpretar las estadísticas, dan cobertura a estudios SIN PUBLICAR, y no saben diferenciar entre EVIDENCIA e HIPÓTESIS (¿verdad verdadera o insulto gratuito?). Para rellenar las deficiencias en su manera de interpretar la ciencia, se recurre a figuras de autoridad, e incluso para crear un equilibro: a desacuerdos, reales o no, entre la comunidad científica.
En fin, como ya se me ve el plumero..., no estoy segura de si me ha gustado este capítulo, así que me encantará que destripéis este resumen y me hagáis re-pensar todas las cuestiones que se tratan :)
Yo había pensado proponer para el debate, un par de puntos:
1) Goldacre critica que los periodistas rebajen el nivel de la ciencia para hacerla asequible al lector medio. ¿Os parece una reducción necesaria, o bien, algo que habría que corregir? Aquí me encantaría contar con la opinión de esas personas de humanidades, sobre todo, de gente de la disciplina de comunicación.
(Por cierto, Molinos nos recomienda su artículo: Ciencia y periodismo, una relación a construir)
2) Muy relacionada con la pregunta anterior, Goldacre menciona que solo la ciencia sufre esta reducción en el nivel, frente a la economía, la literatura, etc. ¿Os parece que la ciencia en comunicación sufre una especie de discriminación positiva con respecto a otras disciplinas en cuanto al rigor? Si la respuesta es sí, ¿os parece justificado/injusto/lo que sea?
Y ya está. Espero que propongáis muuuuuchas más cuestiones de debate en los comentarios, y que me tengáis ocupada este fin de semana ;)
sábado, 21 de marzo de 2015
Mala Ciencia: 11) ¿Es malvada la medicina convencional?
¡Hola todos!
Este capítulo marca un cambio en la temática del libro. Abandonamos las terapias alternativas y nos metemos de lleno en la medicina convencional. ¿Mala ciencia y medicina convencional?
En la década de los 90 demostraron que entre un 50% y un 80% de los procedimientos están “basados en pruebas”. El entrecomillado se debe a que estos estudios se basan en situaciones en que las farmacéuticas ocultaron o distorsionaron pruebas. Y es que las farmacéuticas no se publicitan al público, por regla general, pero si a los médicos.
Las industrias farmacéuticas son malvadas para el público porque en temas de salud pública todos, inconscientemente, pensamos que la rentabilidad económica no debe prevalecer frente a la salud y nos lleva a pensar que la homeopatía, por ejemplo, es mejor, a pesar de que la industria homeopática empleo los mismos, o peores, métodos de venta que la industria convencional.
El número de nuevos fármacos ha disminuido, ello sumado al tiempo que dura la patente por un nuevo fármaco (unos 10 años, al menos en el Reino Unido) hace que los fármacos “imitados” por otros fabricantes aumente.
El procedimiento para tener un nuevo fármaco en el mercado es el siguiente:
- Tener una idea.
- Fase I: comprobar que el fármaco no “mata” a un grupo reducido de voluntarios.
- Fase II: se prueba alrededor de 200 personas con la enfermedad que trata el fármaco para tener una idea de la eficacia. Se suelen hacer varios ensayos.
- Salida al mercado y más ensayos.
Aquí los médicos deberían confiar en sus propios ensayos y criterios para recetar el fármaco en cuestión, pero muchas veces confían en el boca a boca y en los visitadores médicos de los farmacéuticos.
Queda claro que las farmacéuticas deciden que se investiga, como se hace y como se informa.
Ahora llega la parte escabrosa de cómo se demuestra la efectividad de un fármaco (o de cualquier otra patraña pseudocientífica).
- Elijamos un grupo de personas que sepamos que no va a tener efectos adversos por la propia fisiología. Por ejemplo gente joven frente a gente mayor con achaques propios de la edad.
- Comparemos nuestro producto con algo que sea inútil, ya sea un placebo o algo de la competencia que no funcione o en dosis inadecuadas.
- Olvidemos los efectos secundarios.
- Tengamos en cuenta sólo efectos intermedios.
- Si obtenemos resultados positivos o negativos ¿para qué vamos a presentar los resultados negativos en el estudio? ¡Como mucho ocultémoslos en el texto!
- Publiquemos los resultados. Si son buenos, hagámoslo en revistas de alto impacto, si no, en revistas de bajo impacto.
- Debido al “sesgo de publicación, es más probable publicar sólo ensayos positivos que negativos, ya que estos últimos nunca darán el Nobel a los investigadores. Lamentablemente, el sesgo de publicación es muy común… ¡y en muchos campos!
El problema de realizar estos estudios es llegar a ocultar los daños que puedan provocar. Es un gran peligro que normalmente se oculta.
Hay compañías que publican los resultados por duplicado para dar la impresión de que hay numerosos estudios y ensayos.
Otras llegan a vetar a quien publica resultados negativos.
Aun con todo, los medicamentos los consumen los pacientes y si el médico no los receta, las compañías se tienen que publicitar. Y lo hacen de tal manera que parece que cualquier medicamento es el mejor del mundo y que lo que hace la competencia no sirve para nada.
Y ahora a reflexionar:
- Goldacre termina preguntándose: “Todo el mundo es malo ¿cómo hemos podido llegar a esta situación?” ¿Qué pensáis vosotros?
- Que diferencias veis entre la industria de productos pseudocientíficos y la convencional?
- ¿Habéis flipado tanto como yo leyendo este capítulo?
Que no se os olvide que podéis escuchar los tres podcast de Tertulias Literarias de Ciencia grabados hasta el momento aquí, aquí y aquí.
¡Buen fin de semana a todos!
sábado, 14 de marzo de 2015
Mala Ciencia: 10) El doctor le demandará enseguida
Hola a todos, no sabía de lo que iba el capítulo cuando me lo pedí, pero la verdad es que me ha gustado mucho.
Voy a decir muy poco sobre el capítulo, ni siquiera creo que se pueda llamar resumen a lo que he hecho. ¿Por qué lo hago? Porque creo que debéis de leerlo.
Tan importante lo considera Ben Goldacre que lo ha colgado en su blog para que nadie se quede sin leerlo: http://badscience.net/files/The-Doctor-Will-Sue-You-Now.pdf(siento decir que no he localizado una versión en castellano). Leedlo antes de leer los comentarios, creo que no os arrepentiréis.
De todas formas algo si voy a decir. Al empezar el capítulo he pensado, ¡ya la va a tomar con otro timador (en este caso con Matthias Rath, “vendedor de vitaminas”)! Cuando leíamos los capítulos anteriores, a algunos nos parecía que podría ser menos “agresivo” con los “protagonistas” de esos capítulos. Pero para mí, después de este capítulo, todo tiene más sentido.
El autor nos explica como, a su entender, Rath es el culpable de muchas cosas. Pero sobre todo creo que lo que nos explica es donde puede llevarnos la incultura científica.
Como he dicho, no voy a decir mucho más de momento, pero en las preguntas voy a desvelar tres de sus reflexiones. Vuelvo a insistir: deberíais de dejar de leer este “No Resumen” y leeros el capítulo.
Cosillas que quizás podríais comentar:
1) Me ha parecido impecable la reflexión de por qué no debemos de dar visibilidad a estos personajes pseudocientíficos, negándonos incluso a debatir con ellos.
“Éste (Brink) provocó un intercambio público de editoriales con un destacado virólogo.
Brink se puso en contacto con Mbeki (Presidente de Sudáfrica) y le envió copias de aquel debate, y luego fue recibido como experto en la sede presidencial.”
¿Cómo os habéis quedado al leerlo?
2) Por otro lado, es indudable que existe un frente abierto de lucha contra las pseudociencias en la esfera Política. No creo que nadie lo dude, pero ¿creéis que los políticos españoles podrían llegar al nivel que nos cuenta Ben Goldacre en este capítulo? Yo tengo claro que son capaces de frases como:
- “Se ha demostrado que teníamos razón en este tema. Somos lo que comemos”
- “El ajo crudo y la piel del limón no sólo le proporcionan un rostro y una piel de gran belleza, sino que también le protegen frente a las enfermedades”
- Si una persona dice que se siente mejor, ¿debemos nosotros discutírselo —se preguntaba ella— sólo porque no haya sido demostrado científicamente? «Cuando una persona dice que se está sintiendo mejor, ¿debo yo decirle “no, no creo que se esté sintiendo usted mejor”? ¿Que “es mejor que le practique antes una serie de pruebas científicas”?». Preguntada sobre si sus opiniones no deberían tener una base fundada en la ciencia, ella repuso: «¿En la ciencia de quién?»”
3) Y una cosilla más. Coincido con la reflexión que hace sobre lo poco críticos que son los pseudocientíficos con el resto de pseudocientíficos (el miércoles, sin ir más lejos, le pregunté a una amiga “afín a las pseudociencias” ¿cómo puedes compartir “cartel” con bestialidades como esa?).
Lo que me lleva a preguntarme: ¿es una buena política decirles, por ejemplo a los que ceden sus locales a Pàmies, que se planteen lo que están permitiendo? Me lo pregunto porque creo que es cierto que son muy poco severos al juzgar a los del pseudomundillo (y porque yo creía que era una buena política pero ahora, después de varios fracasos y de leer el capítulo, me planteo si es útil)
Nada más. Debatid y decid lo que queráis. He intentado no hacer Spoiler de este capítulo porque coincido con el autor en la necesidad de que hay que leerlo. En los comentarios seguro que se desvelarán todos los secretos que esconde este capítulo, como por ejemplo:
“En 2007, rodeado de gran fanfarria pública y extensa cobertura mediática, Anthony Brink, el ex empleado de Rath, interpuso una querella contra Zackie Achmat, presidente de la TAC. Lo más pintoresco del caso fue que la querella se presentó ante el Tribunal Penal Internacional de La Haya, acusándolo de genocidio por haber conquistado con sus campañas el acceso a los medicamentos antiVIH para el pueblo de Sudáfrica”
Recordatorio 1: Podéis escuchar los podcasts de #TertuliasCiencia grabados hasta el momento en http://www.ivoox.com/podcast-podcast-tertulias-literarias-ciencia_sq_f1151583_1.html
Recordatorio 2: Si queréis resumir algún capítulo, no tenéis más que decirlo. Consultad el calendario al final de la página, pinchando sobre el capítulo que os interese para ver si está "pillado".
sábado, 7 de marzo de 2015
Mala Ciencia: 9) El "profesor" Patrick Holford
En este capítulo Goldacre sigue el mismo guion al que nos tiene acostumbrados al centrarse en un personaje concreto para exponer sus argumentos.
Nos cuenta que Patrick Holford es el eje académico en torno al cual gira el movimiento del nutricionismo en Gran Bretaña, y fundador de su institución educativa más importante, el Instituto para una Nutrición Óptima. Esta organización ha formado a la mayoría de las personas que se definen como “terapeutas nutricionales” (aquí aprovecho para señalar una aclaración importante: los términos “nutricionista”, “terapeuta nutricional”, “asesor de terapias nutricionales” y otras muchas variantes no son términos protegidos: cualquiera puede declararse “nutricionista” a diferencia de los términos “médico” o “enfermero” que requieren de una titulación oficial que los avale).
Voy a variar el orden del capítulo para ofrecer a continuación una breve biografía del personaje, que nos ayudará a seguir la argumentación. Holford estudió psicología experimental en York antes de ir a EE.UU. a continuar su formación bajo la tutela de dos investigadores en salud mental y nutrición (Carl Pfeiffer y Abram Hoffer, ambos creadores de una medicina “ortomolecular” que trata de curar enfermedades mentales a través de la nutrición…)
Tras obtener su título, Holford comenzó a trabajar como vendedor para el fabricante de pastillas de suplementos Higher Nature. Fundó el Instituto para una Nutrición Óptima en 1984 y fue su director hasta 1998. Su única cualificación en la materia proviene de un “diploma” en terapia nutricional que el propio ION le otorgó en 1995.
Goza del favor de los medios de comunicación y ha escrito, solo o en colaboración, unos cuarenta libros (todos best sellers). Según los medios británicos, el profesor Holford es uno de los más destacados intelectuales, no un vendedor de pastillas de vitaminas que trabaja para la industria de los suplementos alimenticios. “Se trata de un académico que encarna una manera concienzuda y visionaria de abordar las pruebas científicas y que constituye una auténtica fuente de inspiración”.
Goldacre centra su interés en Holford únicamente porque se dedica a enseñar a los nutricionistas a tratar a la nación, y porque le han concedido una plaza de profesor visitante en la Universidad de Teesside, donde está previsto que imparta clases y supervise trabajos de investigación (aunque por diversos motivos finalmente no llegó a ser contratado). Apostilla: si es un hombre de ciencia y un académico, entonces deberíamos tratarle como tal, con el mismo escrupuloso rasero que a los demás.
Salud, cáncer y pastillas vitamínicas
La primera crítica importante al trabajo de Holford tiene que ver con la afirmación de que el AZT (primer medicamento anti-VIH) es potencialmente dañino y se está demostrando menos eficaz que la vitamina C (realizada en el libro New optimum nutrition bible, que tiene una página en Facebook).
Esta afirmación se apoya en un estudio de laboratorio en el que se examinaron unas cuantas células en una placa. Concretamente, se vertió un poco de vitamina C sobre esas células y se midieron una serie de indicadores complejos, en los que se apreciaron variaciones cuando la presencia de la vitamina C en el medio era significativamente mayor. De nuevo nos encontramos ante otra extrapolación crédula de unos datos preliminares de laboratorio a una hipótesis médica general en seres humanos reales.
En este caso concreto, Goldacre insiste en que el problema no estaba en ese estudio o la metodología, sino en la interpretación torticera e interesada que hizo Holford del mismo.
Una revisión vagamente sistemática
Después de asustarnos con la idea de hacer una edición anotada del libro de Holford, Goldacre vuelve a criticar la forma de escribir de estos personajes, camuflándose bajo una plausible jerga técnica, y decide centrar sus esfuerzos en el capítulo en el que explica por qué deberíamos tomar suplementos (por supuesto cuenta con su propia gama de pastillas y píldoras líderes en ventas).
Para ello aconseja tomar vitamina C en pastillas para suplir la deficiencia argumentando que hay un ensayo que reduce la incidencia de los refriados. De nuevo nos encontramos ante una “selección ventajosa” de los datos que más convienen a su argumento. En realidad, una revisión sistemática (metanálisis) de Cochrane reunió pruebas empíricas de los 29 ensayos diferentes llevados a cabo sobre el tema (con más de 11.000 participantes) y concluyó que no hay evidencia alguna de que la vitamina C prevenga los refriados (podéis leer un resumen del ensayo Cochrane en español aquí o la versión íntegra en inglés aquí).
Menciona varios asuntos más relacionados con este tema pero no creo necesario referirlos en el resumen porque van todos en la misma dirección.
¿Profesor?
Y ahora llegamos al que creo es el punto más importante de este capítulo donde se discute porqué las universidades dejan que este tipo de personas accedan a su cuadro de profesorado.
A mí no me sorprende en definitiva que haya emprendedores y gurús (individuos, en definitiva) que se dediquen a vender sus pastillas y sus ideas en el mercado libre. En cierto (aunque extraño) sentido, respeto y admiro su tenacidad. Pero lo que de verdad me tiene asombrado es que las universidades, que son depositarias de un conjunto muy distinto de responsabilidades, los acojan y, sobre todo, que lo hagan en un campo como el de la nutrición, donde el peligro es muy concreto.
El proyecto de los nutricionistas es más interesante: su trabajo adopta la formade lo científico el vocabulario, las píldoras y las referencias académicas) y sus afirmaciones imitan superficialmente las aseveraciones de los investigadores que se dedican al campo de la nutrición, en el que queda aún mucha ciencia real por hacer.
La universidad de Teeside, considerada de las peores del país, accedió a conceder una plaza de profesor a Holford porque uno de los institutos que dirigía iba a entregar una cuantiosa beca. Y es aquí donde vemos las verdaderas intenciones de estos individuos: tratan de comprar, a costa de lo que sea necesario, una respetabilidad y credibilidad que de ninguna otra forma podrían obtener.
Terminaré citando un párrafo que ya destacó Javi en el podcast de las tertulias:
La realidad es que esta extensa industria del nutricionismo (y, lo más importante, este fascinante estilo de “academicismo”) está, en estos mismos instantes, penetrando (desapercibido, sin críticas) en el corazón mismo de nuestro sistema académico, por culpa de nuestra desesperación por encontrar respuestas fáciles para grandes problemas como la obesidad; por culpa de nuestra necesidad colectiva de soluciones rápidas; por culpa de la disposición de las universidades a trabajar con figuras de cualquier sector de la empresa privada; por culpa del admirable deseo de dar a los estudiantes lo que quieren, y por culpa de la fenomenal credibilidad que entre el gran público han alcanzado estas figuras pseudoacadémicas, en un mundo que, al parecer, ha olvidado la importancia de evaluar críticamente todas las afirmaciones científicas.
Creo que este párrafo solo hubiera sido suficiente para resumir no solo el capítulo, sino todo el libro. Es sencillamente magistral.
Bien, ahora os dejo el podcast para que lo escuchéis mientras contestáis a las cuestiones (si es que no lo habéis hecho ya…)
Cuestiones:
Cuestiones:
- ¿Sería factible escribir un libro del estilo de “Mala ciencia” pero con casos exclusivamente españoles? ¿Por qué no se ha hecho aún? (Esta cuestión se planteó en el podcast).
- Debatamos sobre educación y la incursión de las pseudociencias en los centros. ¿Qué opináis del último párrafo que he resaltado? ¿Creéis que Goldacre hace un análisis certero de la realidad? ¿Sucede lo mismo en nuestro país? ¿Hay alguna forma de evitar que suceda?
sábado, 28 de febrero de 2015
Mala Ciencia: 8) Descubierta una píldora que soluciona un complejo problema social
La verdad es que no sé por donde empezar. En este capítulo, Goldacre trata tantos temas diversos que me parece difícil destacar cuál es el principal, por ello mis disculpas por adelantado por el largo resumen que os vais a leer…
Vivimos en una sociedad medicalizada, para cualquier problema ya sea de salud o social, nos gusta tener una píldora que lo solucione. Así, cuando un estudio científico serio demuestra que, para mejorar el comportamiento antisocial de los niños, lo mejor es “un barato y práctico programa de apoyo parental”, tanto los medios de comunicación como la sociedad en general no le da ninguna importancia. Sin embargo, cuando existe una píldora de por medio, como ocurrió en el condado de Durham, el apoyo, no sólo al producto sino también a la realización del estudio, de los medios de comunicación es brutal.
Los ensayos de Durham consistieron en estudiar la eficacia del unas cápsulas de aceite de pescado con 5000 niños y niñas para mejorar el rendimiento escolar en un lugar donde los resultados estaban por debajo de la media. El estudio tuvo mucha repercusión mediática y aquí viene el primer fallo del estudio: desde un principio se decía que el estudio iba a conseguir resultados positivos. El segundo fallo metodológico fue no tener en cuenta un grupo de control al que se le administrara un placebo para evaluar la bondad de aceite de pescado, sino que los resultados se iban a comparar con resultados anteriores. A la pregunta de por qué no se utilizó un grupo de control, el condado de Durham declaró que habría sido inmoral administrar un placebo a la mitad de los niños. El siguiente fallo fue no considerar ciertos efectos a la hora de preparar el estudio:
- Las habilidades de los niños mejoran con el tiempo.
- Tanto niños como padres saben que se les está administrando un comprimido para mejorar el rendimiento, por lo que están sujetos a un efecto placebo.
- Los niños mejorarán por el hecho de estar en un grupo objeto de estudio, observación y cuidado, conocido como efecto Hawthorne
Goldacre se pregunta e investiga sobre las motivaciones del estudio, ya que no es posible que con tantos fallos metodológicos se pueda llegar a un resultado fiable, máxime cuando ya se espera un resultado positivo. Además, en todo esto estaban todos los medios de comunicación encima y por supuesto una empresa comercializadora de las píldoras de aceite de pescado detrás organizando el estudio.
Goldacre critica este experimento o ensayo pero cuando pregunta a todos los organizadores, se encuentra con que, según ellos, no es un ensayo y además afirman que en ningún momento se ha hablado de ensayo. Todos sabemos que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo, por lo que no hace falta más que buscar las pruebas documentales pasadas en las que esos mismos organizadores hablan de ensayo. Eso sí, hay que buscar rápido, porque misteriosamente esas pruebas pueden modificarse.
En este capítulo, Goldacre vuelve a insistir sobre secretismo relativo a la publicación de las investigaciones privadas. Comenta, incluso, que le pidieron firmar un acuerdo de confidencialidad, lo cual no serviría de nada porque no podría hacer un uso público de esos resultados. Desde el momento en que hay personas participando en un estudio, no es ético ocultar la metodología y los resultados de ese estudio, sobre todo a los sujetos que participan en el estudio.
Goldacre, con todo el sentido común del mundo, sugiere que se debería dar prioridad al estudio de la educación y la alimentación y dieta antes que recurrir a costosos y “arriesgados ejercicios de pseudociencia o píldoras milagrosas”, ya que parece un sin sentido gastar una cantidad de dinero por niño en comida, pero gastar una cantidad superior en unas pastillas milagrosas.
Tras describir los aventuras y desventuras del estudio de los niños de Durham, Goldacre arremete contra la industria farmacéutica. Considera que se les está acabando el chollo de encontrar nuevos tratamientos para las enfermedades existentes que se tienen que inventar enfermedades nuevas para colocar los tratamientos existentes. Para estas nuevas enfermedades bastaría, en muchos casos, con hacer un análisis de la situación personal de los pacientes, con lo que el gasto de estas personas en costosos tratamientos se reduciría.
Denuncia el hecho de que las empresas farmacéuticas, y otras pseudociencias, utilicen tanto la publicidad. A veces, con reportajes a todo color en revistas, aprovechando una pequeña columna de un columnista que habla sobre terapias alternativas, utilizando expresiones científicas, pero poco comprometidas, es decir, expresiones que no son refutables incluso por personas con un nivel básico de conocimiento científico. En muchas ocasiones, los reporteros que dan cobertura a este tipo de terapias o tratamientos están a caballo entre la propia industria farmacéutica y los organismos reguladores de la industria farmacéutica.
Comenta el caso de David Horrobin que fue llevado a juicio por publicitar ilegalmente las propiedades de un suplemento alimenticio como alimento. En este caso la justicia estuvo en su contra, pero desgraciadamente esto no sucede tan frecuentemente como algunos desearíamos.
Para terminar, ¿cuáles fueron los resultados del estudio de Durham? Pues que si se comparan los resultados con las mejoras obtenidas en el año anterior al que se administraron las píldoras de aceite de pescado fueron, en porcentaje, superiores a las obtenidas con el estudio. Irónicamente, parece que las píldoras ralentizan las mejoras. De todas formas, el aceite de pescado es el suplemento alimenticio más popular en UK y ya sea por las ventas del producto o por las ventas de la empresa a otras multinacionales farmacéuticas, sigue siendo un negocio multimillonario.
Leyendo el capítulo, me han surgido unas preguntas (aviso, me han quedado un poquito conspiratorias) de las que me gustaría saber vuestra opinión:
- ¿Consideráis ético que se “experimente” de esta manera con niños simplemente para que una compañía obtenga más beneficios?¿Debería cambiarse el marco legal a este respecto? No me parece serio que ahora que todo el mundo habla de lo que es ético y no, y que los gobiernos presuman de que se preocupan por los ciudadanos y sobre todo por los niños, se siga permitiendo este tipo de actividades.
- ¿Creéis que la justicia, y en concreto las fiscalías, defensor del pueblo y organismos similares deberían preocuparse por estos temas también? Tengo la impresión de que o no los conocen o hacen como que no los conocen ¿Será quizá por el lobby que hace la industria farmacéutica y la no farmacéutica (por ejemplo Boiron) en cuanto a homeopatía?
- ¿Es la industria farmacéutica tan mala como la pinta Goldacre? Me da la impresión (sin haber leído Bad Pharma) que la trata como que no se preocupa por la salud de nadie, sólo por la de sus bolsillos.
Por último, quería compartir con vosotros “Las señales de peligro de la charlatanería” que descubrí a través de Twitter gracias a @cuantosycuerdas
Recordatorio 1: Podéis escuchar los dos podcasts de las tertulias literarias de ciencia grabados hasta el momento aquí y aquí.
Recordatorio 2: Si queréis resumir algún capítulo, no tenéis más que decirlo. Consultad el calendario al final de la página, pinchando sobre el capítulo que os interese para ver si está "pillado"
¡Muchas gracias a todos!
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